miércoles, 24 de marzo de 2010
Cristo, justicia de Dios
Tomo de las entrañas del Señor lo que me falta, pues sus entrañas rebosan misericordia. Agujerearon sus manos y pies y atravesaron su costado con una lanza; y a través de estas hendiduras puedo libar miel silvestre y aceite de rocas de pedernal, es decir, puedo gustar y ver cuan bueno es el Señor.
. . . Sus designios eran designios de paz, y yo lo ignoraba. Porque, ¿quién ha conocido jamás la mente del Señor?, ¿quién ha sido su consejero? Pero el clavo penetrante se ha convertido para mí en una llave que me ha abierto el conocimiento de la voluntad del Señor. ¿Por qué no he de mirar a través de esta hendidura? Tanto el clavo como la llaga proclaman que en verdad Dios está en Cristo reconciliando al mundo consigo. Un hierro atravesó su alma, hasta cerca del corazón, de modo que ya no es incapaz de compadecerse de mis debilidades.
. . .Las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad; nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios, por la que nos ha visitado el Sol que nace de lo alto. ¿Qué dificultad hay en admitir que tus llagas nos dejan ver tus entrañas? No podría hallarse otro medio más claro que estas tus llagas para comprender que Tú, Señor, eres bueno y clemente, y rico en misericordia. Nadie tiene una misericordia más grande que el que da su vida por los sentenciados a muerte y a la condenación; luego mi único mérito es la misericordia del Señor.
. . .No seré pobre en méritos, mientras Él no lo sea en misericordia. Y porque la misericordia del Señor es mucha, muchos son también mis méritos. Y aunque tengo conciencia de mis muchos pecados, donde abundó el pecado sobreabundó la gracia. Y si la misericordia del Señor dura siempre, yo también cantaré eternamente las misericordias del Señor. ¿Cantaré acaso mi propia justicia? Señor, narraré tu justicia, tuya entera. Sin embargo, ella es también mía, pues tú has sido constituido mi justicia de parte de Dios.
.
S. Bernardo
. . . Sus designios eran designios de paz, y yo lo ignoraba. Porque, ¿quién ha conocido jamás la mente del Señor?, ¿quién ha sido su consejero? Pero el clavo penetrante se ha convertido para mí en una llave que me ha abierto el conocimiento de la voluntad del Señor. ¿Por qué no he de mirar a través de esta hendidura? Tanto el clavo como la llaga proclaman que en verdad Dios está en Cristo reconciliando al mundo consigo. Un hierro atravesó su alma, hasta cerca del corazón, de modo que ya no es incapaz de compadecerse de mis debilidades.
. . .Las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad; nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios, por la que nos ha visitado el Sol que nace de lo alto. ¿Qué dificultad hay en admitir que tus llagas nos dejan ver tus entrañas? No podría hallarse otro medio más claro que estas tus llagas para comprender que Tú, Señor, eres bueno y clemente, y rico en misericordia. Nadie tiene una misericordia más grande que el que da su vida por los sentenciados a muerte y a la condenación; luego mi único mérito es la misericordia del Señor.
. . .No seré pobre en méritos, mientras Él no lo sea en misericordia. Y porque la misericordia del Señor es mucha, muchos son también mis méritos. Y aunque tengo conciencia de mis muchos pecados, donde abundó el pecado sobreabundó la gracia. Y si la misericordia del Señor dura siempre, yo también cantaré eternamente las misericordias del Señor. ¿Cantaré acaso mi propia justicia? Señor, narraré tu justicia, tuya entera. Sin embargo, ella es también mía, pues tú has sido constituido mi justicia de parte de Dios.
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S. Bernardo
martes, 23 de marzo de 2010
lunes, 22 de marzo de 2010
viernes, 12 de marzo de 2010
sábado, 6 de marzo de 2010
martes, 2 de marzo de 2010
LOS DOS LOBOS
LOS DOS LOBOS
Un viejo cacique de una tribu estaba
charlando con sus nietos, acerca de
la vida. Él les dijo:
“Una gran pelea está ocurriendo dentro
de mi … es entre dos lobos:
UNO de los lobos es … el resentimiento,
la inferioridad, el miedo, la maldad,
la avaricia, la mentira, el egoísmo,
la envidia, el rencor, la culpa, la ira…
El OTRO lobo es … la paz, el amor,
la bondad, la alegría, la gratitud, la sencillez,
la esperanza, la serenidad, la humildad,
la compasión, la sinceridad, la misericordia,
la generosidad”.
Después el viejo agregó:
“Esta misma pelea está ocurriendo
dentro de vosotros y dentro de todos
los seres de la Tierra”.
Los niños pensaron por unos instantes;
y luego uno de ellos preguntó a
su abuelo:
- “¿Y cuál de los lobos ganará?”
El viejo cacique respondió:
- “El que tú alimentes”
[Autor desconocido]
Un viejo cacique de una tribu estaba
charlando con sus nietos, acerca de
la vida. Él les dijo:
“Una gran pelea está ocurriendo dentro
de mi … es entre dos lobos:
UNO de los lobos es … el resentimiento,
la inferioridad, el miedo, la maldad,
la avaricia, la mentira, el egoísmo,
la envidia, el rencor, la culpa, la ira…
El OTRO lobo es … la paz, el amor,
la bondad, la alegría, la gratitud, la sencillez,
la esperanza, la serenidad, la humildad,
la compasión, la sinceridad, la misericordia,
la generosidad”.
Después el viejo agregó:
“Esta misma pelea está ocurriendo
dentro de vosotros y dentro de todos
los seres de la Tierra”.
Los niños pensaron por unos instantes;
y luego uno de ellos preguntó a
su abuelo:
- “¿Y cuál de los lobos ganará?”
El viejo cacique respondió:
- “El que tú alimentes”
[Autor desconocido]
PERDÓNAME
P E R D Ó N A M E
Pedirte perdón me es
fácil o difícil, según cómo
me vaya y cómo te vea.
Me exige, primero, ver:
ver mi culpa, mi fallo, o
tu dolor activado por mí.
Luego, reconocerlo: es
más que simple ver o saber.
Reconocer es mirar
al detalle, con fijeza. Para
pedirte perdón, reconozco
que hice mal, algo
que te causó dolor, daño,
o déficit en tu persona.
Al pedirte perdón te manifiesto
que veo mi fallo,
que desapruebo mi comportamiento,
y que deseo
no repetirlo.
Pedirte perdón es mi primer
paso para la reconciliación.
Pero ésta depende
de los dos: de ti y de mí: yo
rechazo mi actuación y tú
me acoges a pesar de mi
fallo y me sigues regalando
tu cercanía y tu cariño.
Esto no te resulta fácil.
Optas, sí, por mi bien, me
deseas lo bueno, - “eres
libre”-; pero tu sentimiento
de ternura, cariño
y benevolencia hacia mi,
n o está en tus manos…
A mí me sucede igual:
no soy libre para sentirme
a gusto, en paz y feliz…
Sólo la ternura mutua,
la mía sobre ti y la
tuya sobre mí, nos irá curando.
Y necesito mi
tiempo; y tú, el tuyo.
Pedirte perdón me es
fácil o difícil, según cómo
me vaya y cómo te vea.
Me exige, primero, ver:
ver mi culpa, mi fallo, o
tu dolor activado por mí.
Luego, reconocerlo: es
más que simple ver o saber.
Reconocer es mirar
al detalle, con fijeza. Para
pedirte perdón, reconozco
que hice mal, algo
que te causó dolor, daño,
o déficit en tu persona.
Al pedirte perdón te manifiesto
que veo mi fallo,
que desapruebo mi comportamiento,
y que deseo
no repetirlo.
Pedirte perdón es mi primer
paso para la reconciliación.
Pero ésta depende
de los dos: de ti y de mí: yo
rechazo mi actuación y tú
me acoges a pesar de mi
fallo y me sigues regalando
tu cercanía y tu cariño.
Esto no te resulta fácil.
Optas, sí, por mi bien, me
deseas lo bueno, - “eres
libre”-; pero tu sentimiento
de ternura, cariño
y benevolencia hacia mi,
n o está en tus manos…
A mí me sucede igual:
no soy libre para sentirme
a gusto, en paz y feliz…
Sólo la ternura mutua,
la mía sobre ti y la
tuya sobre mí, nos irá curando.
Y necesito mi
tiempo; y tú, el tuyo.
lunes, 1 de marzo de 2010
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