martes, 2 de marzo de 2010

PERDÓNAME

P E R D Ó N A M E

Pedirte perdón me es
fácil o difícil, según cómo
me vaya y cómo te vea.
Me exige, primero, ver:
ver mi culpa, mi fallo, o
tu dolor activado por mí.
Luego, reconocerlo: es
más que simple ver o saber.
Reconocer es mirar
al detalle, con fijeza. Para
pedirte perdón, reconozco
que hice mal, algo
que te causó dolor, daño,
o déficit en tu persona.
Al pedirte perdón te manifiesto
que veo mi fallo,
que desapruebo mi comportamiento,
y que deseo
no repetirlo.
Pedirte perdón es mi primer
paso para la reconciliación.
Pero ésta depende
de los dos: de ti y de mí: yo
rechazo mi actuación y tú
me acoges a pesar de mi
fallo y me sigues regalando
tu cercanía y tu cariño.
Esto no te resulta fácil.
Optas, sí, por mi bien, me
deseas lo bueno, - “eres
libre”-; pero tu sentimiento
de ternura, cariño
y benevolencia hacia mi,
n o está en tus manos…
A mí me sucede igual:
no soy libre para sentirme
a gusto, en paz y feliz…
Sólo la ternura mutua,
la mía sobre ti y la
tuya sobre mí, nos irá curando.
Y necesito mi
tiempo; y tú, el tuyo.

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